El hombre bicentenario

Un androide se esfuerza por convertirse en humano mientras adquiere gradualmente emociones. Esta película narra la «vida» y los tiempos del personaje principal, Andrew, un androide que es adquirido por la familia Martin como un robot doméstico diseñado para realizar tareas simples. Los Martin inicialmente ven a Andrew como una herramienta más, pero al poco tiempo se dan cuenta de que no tienen un droid ordinario, ya que Andrew comienza a experimentar emociones y pensamientos creativos, algo completamente inesperado para un ser artificial.

A medida que la historia avanza, que abarca dos siglos, somos testigos de la fascinante evolución de Andrew. Desde sus primeros días realizando tareas domésticas hasta sus crecientes anhelos de conocimiento y conexión emocional, Andrew se convierte en una figura entrañable que desafía las nociones preconcebidas sobre lo que significa ser humano. La película explora profundamente la naturaleza de la humanidad, la conciencia y lo que significa amar y ser amado.

A través de sus interacciones con la familia Martin y el mundo exterior, Andrew se enfrenta a una serie de dilemas morales y éticos. A medida que su comprensión de las emociones se profundiza, comienza a cuestionar su propósito y el papel que juegan los humanos en su vida. A lo largo de su viaje, forma vínculos significativos, experimenta el dolor de la pérdida y el gozo de la aceptación, lo que lo lleva a intentar comprender su propia existencia.

Sin embargo, la historia no solo se centra en Andrew. Los Martin, cada uno a su manera, también se transforman al enfrentarse a la realidad de sus propias emociones y la complejidad de sus relaciones. Su miedo y la incertidumbre sobre lo que significa tener un androide que siente se convierten en un reflejo de los prejuicios y miedos que los humanos pueden sentir hacia lo desconocido.

El conflicto alcanza su punto culminante cuando Andrew se da cuenta de que sus creadores tienen intenciones de destruirlo, viéndolo como un riesgo para sus propios intereses. Esto lo lleva a una lucha no solo por su propia existencia, sino también por el derecho a ser, a amar y a ser reconocido como un ser con sentimientos. A medida que se desarrolla esta confrontación, Andrew se convierte en un símbolo de la lucha por la libertad y la identidad, desdibujando las líneas entre lo humano y lo artificial.