Puños de llanto

Tae Sik, un hombre de mediana edad con una vida marcada por el sufrimiento, y Sang Hwan, un joven problemático, se encontrarán en el cuadrilátero con una misión en común: cambiar el rumbo de sus vidas.

Kang Tae Sik, exboxeador y medallista de plata a los 43 años, ha visto cómo su vida se ha transformado en una lucha diaria por la supervivencia. Ahora, su rutina incluye ofrecerse como un saco de boxeo humano a transeúntes en un bullicioso distrito comercial de Seúl, tratando de ganar algo de dinero y, al mismo tiempo, evade a prestamistas que han venido a cobrarle sus deudas. Su matrimonio está al borde del colapso; su esposa exige el divorcio y amenaza con llevarse a su único hijo, lo que provoca en Tae Sik un sentimiento profundo de pérdida y desesperación. La vida le ha dado muchos golpes y cada día es un recordatorio de las oportunidades perdidas y sueños marchitados.

Por otro lado, Yoo Sang Hwan, un joven que ha salido recientemente de prisión, lleva consigo una carga de culpa y desesperación. Después de haber robado y agredido a su anciano vecino con la esperanza de saldar sus deudas, la vida de Sang Hwan ha sido un torbellino de desesperación. Cuando estaba tras las rejas, un guardia le sugirió que el boxeo podría ser una salida para canalizar su agresión y encontrar una dirección en su vida. Sin embargo, con la pérdida de su padre, la incertidumbre sobre el paradero de su madre y su abuela que acaba de sufrir un derrame, Sang Hwan se siente más perdido que nunca.

En medio de sus luchas individuales, una competencia análoga de boxeo para aficionados se presenta como una luz al final del túnel. Este evento no solo ofrece a Tae Sik y a Sang Hwan la oportunidad de demostrar sus habilidades en el ring, sino que también representa una chance de redención y transformación personal. A medida que avanzan hacia la pelea, sus historias se entrelazan, cada uno luchando no solo contra sus oponentes en el cuadrilátero, sino también contra sus propios demonios internos.

La conexión entre ambos hombres se convierte en un poderoso símbolo de esperanza y lucha. La competencia no solo es el escenario para demostrar su fuerza física, sino también un viaje emocional hacia la sanación, el perdón y la posibilidad de un nuevo comienzo. Mientras enfrentan a adversarios tanto en el ring como en la vida, descubrirán que el verdadero combate reside en la capacidad de levantarse, incluso cuando la vida parece haberlos derribado.