Yo, mi madre y mi hermana

Un joven llamado Guillaume descubre que su propia personalidad no es algo tan sencillo de definir. Mrs. Gallienne, una dama de clase media alta, tiene tres hijos, de los cuales considera a dos como sus verdaderos hijos y al tercero, a quien llama Guillaume. Este adolescente, atrapado entre la expectativa materna y su propia identidad, siente que no encaja del todo en el papel tradicional de un chico. En su interior, se identifica más como una chica, o en el mejor de los casos, como un homosexual.

La historia comienza a desvelar la complejidad de la relación de Guillaume con su madre, quien, aunque llena de amor, es también una figura dominante y temerosa que no puede aceptar la diferencia. A lo largo de su difícil viaje, Guillaume enfrenta una serie de experiencias dolorosas que van desde la incomprensión hasta el rechazo, tanto en su hogar como en su entorno social. A medida que los conflictos se intensifican, se convierte en un joven impulsado por la búsqueda de su identidad auténtica, lo que le llevará a cuestionar no solo su relación con su madre, sino también con el mundo que lo rodea.

A través de la narrativa, el público es testigo de las luchas internas de Guillaume, sus deseos ocultos y la voluntad de liberarse de las expectativas que lo asfixian. En su camino, se encuentra con personajes que representan diferentes facetas de la tolerancia y la aceptación: amigos que le brindan apoyo incondicional, así como desconocidos que reflejan el miedo y la intolerancia que aún persisten en la sociedad. La historia también profundiza en temas como la búsqueda de la autoaceptación, el amor familiar y la lucha por la libertad personal.

Con cada obstáculo que enfrenta, Guillaume va adquiriendo un conocimiento más profundo de sí mismo, lo que le permite finalmente romper las cadenas de la influencia perniciosa de su madre. La relación madre-hijo se convierte en un punto central de la trama, donde el amor se mezcla con la opresión, y Guillaume debe decidir entre complacer a su madre o vivir su verdad.

Este proceso de autodescubrimiento y empoderamiento culmina en un tercer acto potente, donde Guillaume toma las riendas de su vida, enfrentando su madre y el mundo con una nueva seguridad y un fuerte sentido de identidad. Al final, Guillaume no solo se encuentra a sí mismo, sino que también inicia un camino de aceptación y comprensión tanto para él como para su madre, mostrando que el amor puede ser un puente hacia la tolerancia y el entendimiento.