Jeanne Dielman, 23, quai du commerce, 1080 Bruxelles

Una viuda solitaria y joven, Jeanne Dielman, lleva una vida rutinaria y metódica en su pequeño departamento donde reside junto a su hijo adolescente, Sylvain. Su día a día transcurre entre tareas domésticas y la responsabilidad de criar a su hijo en un ambiente seguro, a pesar de las circunstancias difíciles que enfrenta. Al partir Sylvain a la escuela, Jeanne dedica su tiempo a mantener su hogar en perfecto estado, limpiando, cocinando y organizando todo meticulosamente. Cada gesto es un reflejo de su deseo de controlar su entorno y proporcionar estabilidad para su hijo.

Sin embargo, Jeanne también se ve obligada a aceptar la realidad de su situación económica precaria. Para poder llegar a fin de mes, de manera ocasional acepta algunos clientes en el departamento al que solo entra cuando su hijo no está en casa. Este aspecto de su vida es un secreto que mantiene oculto, una lucha interna que se refleja en su comportamiento y en la forma en que interactúa con su entorno. A pesar de que ella intenta conservar la normalidad en su vida, la carga de su soledad y la desesperación por una vida mejor son palpables.

Con el paso de los días, el apacible y ordenado mundo de Jeanne empieza a desmoronarse cuando un acontecimiento inesperado altera su monótona rutina. Este suceso, que inicialmente parece ser una sencilla interrupción, acaba desatando un torbellino de emociones y conflictos internos que Jeanne no estaba preparada para afrontar. Su vida, que parecía organizada y controlada, comienza a revelar las grietas de su sufrimiento y aislamiento.

A medida que la película avanza, el espectador se sumerge en la complejidad de la psicología de Jeanne, quien trata desesperadamente de proteger a su hijo de la verdad de su vida, mientras que la presión de su situación la lleva al límite. Su lucha por mantener una fachada de normalidad se convierte en un poderoso comentario sobre las expectativas sociales impuestas a las mujeres, la soledad en la maternidad y la búsqueda de identidad en medio de la adversidad.

Esta exploración íntima no solo revela las profundidades de su carácter, sino que también invita a la reflexión sobre los sacrificios que muchas mujeres hacen en silencio, y cómo los momentos más pequeños pueden desencadenar grandes cambios en el curso de una vida. El retrato de Jeanne es una poderosa representación de la resiliencia humana, mostrando que en la lucha diaria por la supervivencia, la fragilidad y la fortaleza coexisten en un delicado equilibrio.