Después de María

Desplazadas por el huracán María, tres mujeres puertorriqueñas enfrentan el turbulento camino que les espera en Nueva York mientras lidian con la expiración de su ayuda federal para vivienda. Cada una de ellas tiene una historia única, pero sus destinos están entrelazados en un relato de lucha, esperanza y la búsqueda de la pertenencia.

Claudia, una madre soltera con dos hijos pequeños, se esfuerza por mantener a su familia a flote. La vida en Nueva York es un desafío monumental. Mientras intenta encontrar un trabajo que le permita proveer para sus hijos, enfrenta la presión de la incertidumbre y el miedo a perder su hogar. Claudia se aferra a su cultura, cocinando platos tradicionales que la conectan con su tierra natal y, al mismo tiempo, sirve como un hilo entre sus hijos y sus raíces puertorriqueñas. A medida que navega por la burocracia de la asistencia gubernamental, también se da cuenta de que debe reinventarse para poder prosperar.

Por otro lado, Laura, la hermana mayor de Claudia, es una intensa defensora de los derechos de los puertorriqueños desplazados. Su pasión por la justicia social la empuja a involucrarse en organizaciones comunitarias que trabajan para ayudar a otros en situaciones similares. Sin embargo, su compromiso a menudo choca con la realidad de su propia vida, ya que su matrimonio comienza a resentir la carga emocional de su activismo. Laura debe confrontar sus propias vulnerabilidades mientras lucha por ayudar a los demás, dándose cuenta de que nadie está exento de las dificultades que les plantea el nuevo entorno.

Finalmente, está Isabel, la tercera protagonista, una anciana que vivió por décadas en el corazón de Puerto Rico. Con el huracán, perdió no solo su hogar, sino también a su esposo y su comunidad. Su sabiduría y experiencia aportan una perspectiva invaluable al grupo, aunque enfrenta sus propios demonios. Isabel intenta adaptarse a la vida en un lugar donde la vida cotidiana es ajena. A través de su relación con Claudia y Laura, encuentra nuevamente un propósito, ofreciendo consejos y consuelo que solo una madre y abuela puede brindar.

A medida que las tres mujeres navegan por los altibajos de su nueva realidad, descubren que su fuerza y resiliencia son más poderosas cuando se apoyan mutuamente. La historia de estas mujeres ilustra no solo la lucha individual ante la adversidad, sino también la profunda conexión entre la familia y la comunidad, convirtiéndose en un símbolo de esperanza y renovación en medio del desarraigo. Su travesía representa la experiencia de muchos puertorriqueños que, a pesar de la distancia, continúan buscando un lugar al que puedan llamar hogar.