Escritores de la libertad

Erin Gruwell, una joven maestra en una escuela de Los Ángeles marcada por la división racial, inspira a su clase de estudiantes en riesgo, considerados incapaces de aprender, a cultivar la tolerancia, a esforzarse y a perseguir una educación más allá de la escuela secundaria.

Estamos en 1994 en Long Beach, California. La idealista Erin Gruwell comienza su primer trabajo como docente, enseñando inglés a estudiantes de primer y segundo año en la escuela secundaria Woodrow Wilson, que, dos años antes, implementó un programa de integración voluntaria. Para muchos de los maestros existentes, la integración ha arruinado la escuela, cuya destacada reputación académica ha sido sustituida por un grupo de estudiantes que, si tienen suerte, lograrán graduarse o incluso ser alfabetizados. A pesar de haber elegido la escuela por su programa de integración, Erin está desprepareda para la realidad de su aula, donde los estudiantes se rigen por generaciones de estrictos códigos morales que exigen proteger a los suyos a toda costa. Muchos están involucrados en pandillas y casi todos conocen a alguien que ha sido asesinado por la violencia de estas. Los latinos desprecian a los camboyanos, estos a su vez desprecian a los negros, y así sucesivamente. La única persona que los estudiantes odian más que a los demás es a la propia Ms. Gruwell.

No es hasta que Erin organiza un debate no autorizado sobre una reciente muerte por un tiroteo que comienza a comprender verdaderamente los retos que enfrenta. El momento crucial llega cuando asigna a sus estudiantes el ejercicio de escribir un diario personal, que no será evaluado ni leerá a menos que ellos lo deseen. Esta actividad es el catalizador que permite a los estudiantes abrirse a ella y compartir sus experiencias, sentimientos y traumas.

A medida que Erin se esfuerza por conseguir recursos que le permitan impartir clases de manera adecuada, lo que a menudo implica financiar de su propio bolsillo a través de trabajos adicionales, se enfrenta a una creciente resistencia, especialmente por parte de sus colegas. Entre ellos, Margaret Campbell, su jefa de sección, sigue las reglas al pie de la letra y considera que estos esfuerzos son un desperdicio. Por otro lado, Brian Gelford protege su «privilegiada» posición enseñando a las clases de honor de los últimos años con uñas y dientes. Además, Erin lucha para equilibrar su trabajo con su matrimonio con Scott Casey, un hombre que parece haber perdido su propio idealismo en la vida. Esta lucha por el cambio no solo desafía las dinámicas del aula, sino que también redefine la percepción del éxito y la esperanza en medio de un entorno adverso.