Dioses y monstruos

En «Los últimos días de Frankenstein», una obra que explora la vida del director James Whale en 1957, nos encontramos con un hombre marcado por su pasado en el mundo del cine y sus luchas personales. Whale, conocido por dirigir clásicos del horror como «Frankenstein» en 1931 y «La novia de Frankenstein» en 1935, ha estado alejado de la comunidad de Hollywood que una vez lo aclamó. Ahora retirado y enfrentando problemas de salud, ha visto cómo lo han abandonado, salvo por la leal compañía de su antigua amante, David Lewis.

Con una salud dañada por un reciente derrame cerebral que lo ha dejado con secuelas permanentes, Whale es un hombre en sus últimos tramos de vida, pero su ardiente deseo por la compañía masculina no ha disminuido. Mucho a pesar de la desaprobación de su cuidadora, Hanna, que se preocupa por su vulnerabilidad, James comienza a interactuar con jóvenes que visitan su hogar. Entre ellos se destaca Clayton Boone, un exmarine con un pasado problemático que llega a su vida como jardinero sin conocer la reputación y la historia de Whale. Esta inocencia de Clay da pie a una relación que va mucho más allá de la simple amistad.

A medida que James y Clay desarrollan una conexión, James se ve forzado a confrontar su homosexualidad abierta en una época donde estas relaciones eran tabú. Clay, a su vez, lucha con su propia masculinidad mientras lidia con sus sentimientos hacia James. Complementa su vida con una relación un tanto frágil con una camarera llamada Betty, que representa un mundo más convencional y seguro. Sin embargo, su amistad con Whale le ofrece una visión de lo que podría ser una vida más auténtica.

Los momentos compartidos entre James y Clay están impregnados de nostalgia y melancolía, durante los cuales Whale reflexiona sobre su juventud en la Primera Guerra Mundial y los éxitos pasados que lo hicieron brillar. La historia de estos dos hombres, marcada por la enfermedad, el deseo y la búsqueda de conexión, aborda temas profundos de identidad, vulnerabilidad y redención, mientras James intenta encontrar un significado y propósito en sus últimos días. A través de esta relación, ambos personajes pasan por una transformación que les permite redescubrirse a sí mismos en un contexto que invita a reflexionar sobre el paso del tiempo y la fragilidad de la vida.