La princesa de Monaco

La historia sigue la crisis de matrimonio e identidad de Grace Kelly, una exestrella de Hollywood, en medio de una disputada política entre el Príncipe Rainiero III de Mónaco y Charles de Gaulle, el líder francés, en la época de una inminente invasión francesa a Mónaco a principios de 1961. La Princesa Grace, quien fue la famosa actriz ganadora del Oscar, ha estado casada con el Príncipe Rainiero durante cinco años y son padres de dos pequeños. Su transición de la aclamada actriz de Hollywood a princesa europea en un pequeño y exclusivo principado ha sido compleja y desafiante, especialmente por la fría bienvenida que ha recibido de los monegascos, quienes han criticado su abierta naturaleza estadounidense.

A pesar de su amor por Rainiero, su matrimonio se vive con una notable distancia emocional, ya que él se concentra en sus responsabilidades como monarca en un periodo complicado de tensión entre Mónaco y Francia. De Gaulle, en su intento por reafirmar el control francés, amenaza con la posibilidad de anexionar Mónaco, añadiendo otra capa de estrés a la vida de Grace. Ella navega por estos tumultuosos tiempos con la ayuda de un pequeño círculo de asesores de confianza, que incluyen al Padre Francis Tucker, un sacerdote católico estadounidense, y Rupert Allan, su antiguo publicista de Hollywood, quien retorna a su vida para guiarla.

Grace enfrenta la constante presión de la industria cinematográfica que desea que retome su carrera actoral, algo que siente más intensamente que nunca debido a su creciente insatisfacción con su vida actual. Sir Alfred Hitchcock, su colaborador en muchas ocasiones, le ha ofrecido un papel de alto perfil que podría reavivar su carrera. Sin embargo, su regreso a la actuación sería interpretado por los monegascos, y quizás por Rainiero mismo, como un desdén a sus deberes reales y a la vida que ha elegido.

Con estos dilemas en mente, Grace debe considerar no solo su propia felicidad, sino también el bienestar de sus dos hijos, que algún día heredarán el trono. Se pregunta si su amor por Rainiero es lo suficientemente fuerte, especialmente ante la presión que ejerce Francia, y si se ve a sí misma como una Princesa, así como el papel que puede desempeñar en la monarquía y su relación con sus súbditos. Los desafíos que enfrenta Grace la obligan a reevaluar su identidad y su lugar en el mundo, mientras busca un equilibrio entre el deber y la felicidad personal.