El regreso de los muertos vivientes

Adolf Hitler se despierta en el siglo XXI. Rápidamente, llama la atención de los medios, y mientras que Alemania lo encuentra divertido y carismático, Hitler hace observaciones profundas sobre la sociedad actual.

Despertando en Berlín… en 2014, Hitler se enfrenta a un mundo completamente distinto al que conoció. Tras orientarse un poco, es descubierto por un productor de televisión desempleado, Fabian Sawatzki. Sawatzki, deseoso de revivir su carrera, confunde a Hitler con un moderno artista de performance y decide presentarlo ante el público para un proyecto televisivo que ha imaginado. Sin embargo, lo que comienza como un experimento social se transforma en algo mucho más complejo cuando Hitler se da cuenta de que esta situación es su oportunidad para recuperar la popularidad y el poder que una vez tuvo.

A medida que Hitler interactúa con los ciudadanos de hoy, el choque cultural se convierte en una fuente inagotable de comedia y crítica social. Las reacciones del público van desde la incredulidad hasta la risa nerviosa, y algunos incluso llegan a verlo como una figura de entretenimiento más que como un líder histórico. Sawatzki, con su entusiasmo por captar la atención de la audiencia, se convierte en su cómplice y mediador, profundizando en la ironía de tener a un dictador en la televisión como figura central de un show.

Mientras la fama de Hitler crece, se plantea una serie de preguntas sobre el pasado, la memoria colectiva y cómo la sociedad ha cambiado. A través de su humor sarcástico y sus observaciones mordaces, Hitler ofrece una perspectiva crítica sobre temas contemporáneos: el populismo, el poder de los medios y la cultura de las celebridades. Su mirada despectiva hacia las modernidades que aprecia pero no comprende, como las redes sociales y la obsesión por la imagen, proporciona un comentario agudo y a veces incómodo sobre la condición humana.

A medida que avanza la trama, la aparente ligereza del espectáculo comienza a tornarse oscura. Los ingredientes de la comedia se entrelazan con momentos de reflexión seria, dejando a los espectadores cuestionándose sobre la moralidad de hacer reír a expensas del dolor del pasado. La narrativa también sigue la evolución de Sawatzki, quien, cautivado por la figura de Hitler, empieza a cuestionar su propio papel en la historia que está ayudando a contar. Con un guion ingenioso y personajes complejos, esta historia se convierte en un espejo de nuestra propia sociedad, planteando las difíciles preguntas de cómo lidiar con un pasado que nunca se debe olvidar.