Amando a Vincent

En una historia representada en animación pintada al óleo, un joven llega al último pueblo natal del pintor Vincent van Gogh para entregar la carta final del atormentado artista y termina investigando sus últimos días allí. Un año después de la muerte de Vincent van Gogh, el cartero Joseph Roulin convence a su hijo vago, Armand, para que entregue personalmente la última carta del artista, escrita a su ya fallecido hermano, Theo, tras múltiples intentos fallidos de entrega postal. A pesar de su desdén hacia esta tarea que parece inútil, Armand viaja a Auvers-sur-Oise, donde vive un supuesto compañero cercano de Vincent, el Dr. Gachet. Mientras espera que el doctor regrese de un asunto, Armand se encuentra con muchos de los habitantes del pueblo que no solo conocieron a Vincent, sino que también fueron modelos e inspiraciones para su arte.

A medida que Armand interactúa con estas personas, va descubriendo detalles fascinantes y perturbadores sobre la vida de van Gogh. Cada encuentro con los viejos amigos y conocidos del pintor revela nuevas facetas de su personalidad, alimentando la curiosidad de Armand sobre la complejidad del carácter de Vincent y las luchas internas que lo llevaron a ser el artista atormentado que todos conocen. La gente expresa tanto amor como tristeza hacia él, lo que lleva a Armand a reflexionar sobre la percepción de la genialidad y el sufrimiento creativo.

Sin embargo, conforme se adentra más en la investigación, Armand descubre que la vida de Vincent es tan interpretativa como sus cuadros. Los relatos que escucha, desde los momentos de lucidez hasta las crisis de depresión, presentan un panorama multidimensional de un hombre cuyo dolor y talento estaban intrínsecamente ligados. Armand se da cuenta de que la trágica existencia de van Gogh no tiene respuestas fáciles, reflejando el hecho de que su arte solo sería realmente valorado en el futuro, mucho después de su muerte.

La película toca profundos temas como la lucha del artista contra la adversidad, el legado del arte y la búsqueda de la verdad personal. La animación pintada al óleo no solo complementa la narrativa, sino que también rinde homenaje al estilo único de van Gogh, envolviendo al espectador en un viaje visual que evoca la pasión y el caos de su vida. Al final del camino, Armand no solo entrega una carta; se embarca en un viaje de autodescubrimiento que transforma su propia percepción del arte y la búsqueda de significado en la existencia.