El conspirador

Mary Surratt es la única mujer acusada como co-conspiradora en el juicio por el asesinato de Abraham Lincoln. A medida que toda la nación se vuelve en su contra, se ve obligada a confiar en su renuente abogado para desentrañar la verdad y salvar su vida.

Tras el asesinato de Abraham Lincoln, se arresta a siete hombres y una mujer, todos ellos acusados de conspirar para asesinar al Presidente, al Vicepresidente y al Secretario de Estado. Mary Surratt, de 42 años, es la única mujer involucrada en este oscuro drama. Propietaria de una casa de habitación en Washington D.C., Surratt se convierte en un personaje central debido a que en su establecimiento se reunían John Wilkes Booth y otros conspiradores para tramar los ataques simultáneos que cambiarían el rumbo de la historia estadounidense.

En este contexto de tensión y desconfianza, Frederick Aiken, un joven abogado de 28 años y veterano de la guerra de la Unión, se ve arrastrado a un caso que desafía tanto su entendimiento como sus convicciones. Cargado con la responsabilidad de defender a Surratt ante un tribunal militar, Aiken inicialmente siente dudas sobre la justicia del sistema en el que se encuentra. A medida que avanza el juicio, comienza a vislumbrar la posibilidad de que su cliente sea inocente. Surratt no solo es víctima de un sistema judicial implacable, sino también del sacrificio que debe hacer para proteger a su hijo, el único conspirador que ha logrado escapar de la cacería masiva, convirtiéndose así en el símbolo de la lucha entre la verdad y la traición.

El trasfondo sombrío de la Washington de la posguerra civil no solo sirve de telón de fondo para el juicio, sino que también refleja la profunda división del país y los intensos conflictos personales que enfrenta Aiken. Mientras lucha contra su moralidad y la presión social, la relación entre Aiken y Surratt se transforma, desdibujando las líneas entre el deber y la empatía. En un entorno donde el miedo y la desesperación son palpables, la búsqueda de la verdad se convierte en una carrera contra el tiempo, llevando a Aiken a cuestionar no solo la inocencia de su clienta, sino también la integridad de la justicia misma. La película no solo narra un evento histórico crucial, sino que revela la complejidad de las decisiones humanas en momentos de crisis, invitando a los espectadores a reflexionar sobre el costo de la lealtad y la redención.