El príncipe de las mareas

Un hombre atormentado se sienta con la psiquiatra de su hermana suicida para hablar de la historia familiar, momento en el cual también surge un inesperado romance entre ellos. La familia Wingo vive en Carolina del Sur, en una casa ubicada en una llanura tidal, donde Lucas, el hijo mayor, ha asumido el rol de protector de sus hermanos gemelos, Tom y Savannah. Su infancia estuvo marcada por la disfunción, con un padre, Henry, que era distante y abusivo cuando estaba presente, y una madre, Lila, enfocada en las apariencias y el estatus social, más que en el bienestar emocional de sus hijos. Ahora, en plena mediana edad, Savannah ha encontrado su camino como poeta en Nueva York, mientras que Tom ha decidido quedarse en el hermoso litoral de Carolina del Sur, donde vive con su esposa Sally y sus tres queridas hijas. Sin embargo, su matrimonio atraviesa momentos difíciles, un desgano pesando sobre ellos.

Cuando Lila se entera de que Savannah ha sido hospitalizada tras un suicidio fallido, se niega a confrontar su culpa y, en lugar de ello, envía a Tom a Nueva York. Su misión es reunirse con Susan Loewenstein, terapeuta de Savannah, y proporcionar información sobre los antecedentes familiares que puedan ayudar en el proceso de recuperación de su hermana. Tom, a pesar de su aversión hacia la gran ciudad y los problemas que atraviesa con Sally, acepta, deseando ayudar de alguna manera, a pesar de que sus propios conflictos personales lo atormentan.

Las sesiones entre Tom y Loewenstein comienzan con lentitud, ya que él es reticente a abrirse sobre los problemas de la familia Wingo. Sin embargo, pronto descubre que la psiquiatra también enfrenta sus propias crisis familiares. Su esposo, el violinista de renombre Herbert Woodruff, es egocéntrico y condescendiente, y su hijo adulto, Bernard, los odia a ambos, sintiéndose atrapado por las altas expectativas que le han impuesto.

A medida que las sesiones avanzan, la relación entre Tom y Loewenstein se transforma de una mera interacción profesional a una profunda amistad y un romance emergente. Mientras luchan por resolver los problemas que les atormentan, su conexión se vuelve un refugio en medio del caos. Las conversaciones que tienen no solo ayudan a Savannah en su proceso de curación, también les brindan a ellos la oportunidad de explorar y enfrentar sus propios traumas que llevaban años enterrados, tanto figurativa como literalmente.