La forma del agua

En un secreto y altamente resguardado laboratorio de investigación en la década de 1960, una solitaria conserje forja una relación única con una criatura anfibia que es mantenida en cautiverio. Desde la mente creativa del maestro narrador Guillermo del Toro llega LA FORMA DEL AGUA, una fábula extraordinaria ambientada en la turbulenta América de la Guerra Fría, alrededor del año 1962. Elisa Esposito, interpretada magistralmente por Sally Hawkins, es una mujer muda que ha llevado una vida marcada por la soledad y la monotonía, atrapada en un mundo que no le da cabida.

La historia se desarrolla en un laboratorio gubernamental de alta seguridad, donde Elisa trabaja limpiando, observando a su alrededor sin ser vista ni oída. Su vida da un giro inesperado cuando, junto a su amiga y compañera de trabajo Zelda (Octavia Spencer), descubre la existencia de un experimento secreto. La criatura, un ser anfibio único y fascinante, se convierte en su objeto de fascinación y compasión. A medida que el tiempo avanza, Elisa se siente cada vez más conectada con este ser, compartiendo con él una amistad profunda que florece en un romance inesperado.

A través de coloridas y a menudo inquietantes imágenes, del Toro explora temas de aislamiento, incomprensión y el deseo de conexión que reside en el corazón de todos los personajes. El antagonismo de la historia lo representa el agente del gobierno Richard Strickland (Michael Shannon), un hombre manipulador y despiadado que está decidido a utilizar la criatura para sus propios fines. El dilema moral de usar la ciencia para despojar de su humanidad a una vida sensible es un tema constante que plantea preguntas sobre la ética y la empatía.

A lo largo de la narrativa, los personajes evolucionan y enfrentan sus propios miedos y deseos. Elisa se transforma de una figura silenciada a una heroína valiente que arriesga todo por el amor y la libertad. La relación entre Elisa y la criatura simboliza la lucha por la aceptación y la búsqueda de la identidad en una sociedad que castiga la diferencia.

Con un elenco también conformado por Richard Jenkins y Michael Stuhlbarg, LA FORMA DEL AGUA es una obra que no sólo destaca por su originalidad, sino también por su habilidad para tocar temas universales sobre la vida, el amor y el sacrificio. La dirección artística y la música envolvente complementan magistralmente una narrativa que nos invita a reflexionar sobre lo que significa ser verdaderamente humano.