Zardoz

A finales del siglo XXIII, un salvaje entrenado únicamente para matar encuentra el camino hacia una comunidad de inmortales aburridos que es la única en preservar los logros de la humanidad. En el año 2293, Zardoz, una deidad invisible que se comunica a través de un ídolo, una enorme estatua de piedra en forma de cabeza, guía a una raza bárbara conocida como los Brutales. Estos viven una existencia dura en las Tierras Exteriores, sometidos a las enseñanzas de Zardoz, que les promete que, al morir, serán transportados al Vórtice, donde vivirán felices como inmortales. Como parte de su doctrina, Zardoz ha armado a un pequeño grupo, los Exterminadores, con armas, ya que su filosofía sostiene que matar es bueno y que la procreación es la raíz de todos los males. Sin embargo, Zardoz es en realidad Arthur Frayn, un miembro de una raza rival más avanzada llamada «los Eternos», quienes habitan un paraíso en el Vórtice.

Los Eternos son verdaderamente inmortales, ya que no envejecen y sus cuerpos se reconstruyen si «mueren». Este grupo no cree en la procreación; su sociedad ha alcanzado un equilibrio perfecto. Actos humanos del pasado como el sexo y el sueño son cosas del pasado en su estado avanzado. Todas las decisiones importantes se toman mediante una democracia pura. No obstante, los Eternos no son inmunes a enfermedades no mortales ni al pecado; este último es castigado con el envejecimiento, lo que convierte su vida en menos placentera, pero nunca los lleva a la muerte. La misión de Arthur como Zardoz es controlar, monitorear y estudiar a los Brutales en nombre de los Eternos. Un hecho crucial es que, al permanecer en las Tierras Exteriores, Arthur está aislado, sin comunicación con el Vórtice y los Eternos.

En su papel como Exterminador, Zed logra llegar accidentalmente al Vórtice como un ser vivo, lo que genera una serie de eventos inesperados. Los Eternos deciden mantener a Zed con vida temporalmente para estudiarlo antes de matarlo. Entre los Eternos que interactúan directamente con Zed se encuentran: May, la científica principal, que ve a Zed como una bendición, ya que no han tenido acceso a un Brutal desde hace tiempo; Friend, un hedonista que quiere utilizar a Zed como el animal que considera que es; y Consuela, una firme defensora de la justicia que busca un enfoque más severo.

A través del contacto con Zed, los Eternos podrán descubrir si su llegada al Vórtice fue realmente un accidente, lo que podría revelar la verdad sobre su así llamada sociedad utópica y lo que es realmente. La historia plantea profundas preguntas sobre la naturaleza de la humanidad, la libertad y el costo de la inmortalidad, mientras el beato Zed desafía las creencias de una sociedad que, a pesar de su apariencia perfecta, puede estar en la cuerda floja de la autodestrucción.